RECORDAR ES LA CURA PARA EL OLVIDO

Hoy dedicaré un ratito a recordarlos…
Del primero, me llevo el aprender cuanto puedo llegar a querer, hasta donde puedo llegar. Mi ilusión al despertar, era verlo, mi sentido en la vida, ayudarlo, mi obsesión, tenerlo, mi locura, besarlo, mi alegría, escucharle, mi sonrisa, su sonrisa…
Jugaba a ser el amigo ideal para llegar hasta el, y tropecé con convertirme en su mas fiel seguidor, hoy, lanzó al aire mis sueños con el, que sea otro quien los disfrute.
Del segundo, me llevo su inseguridad, su pasión y sus mentiras.
Perdonarlo se convirtió en una costumbre entre los dos, y en una costumbre en mi vida, pues ya solo se pedir perdón por todo lo que hago.
El arrepentimiento era nuestra celestina, presentándose cada día después de habernos prometido amor con nuestros cuerpos.
La pasión era la carta esencial en un juego donde solo cabían dos, o tres, o cuatro, o cinco… mal consejera y buena maestra.
El tercero, cuarto y quinto, … eran la mezcla del despecho, el amor y los celos. Marcaron un punto y seguido en una historia donde en ese tiempo solo había un nombre.
El sexto, digamos que es la puerta a un nuevo mundo, es la experiencia personificada donde se mezcla el cariño y la lujuria.
Tocarlo es como algo prohibido, un pecado al que le enseñas las manos después de haber tirado la puta piedra con la que te han chocado la cabeza, pues parece que eres el único en la vida que ha hecho algo así.
Ves como subes, subes y subes, y después bajas lentito y calladito, por si acaso te llevas una torta. Aun así, es el juego más placentero de todos.
Yo, me limito a admitir mis derrotas y buscar nuevas victorias, pues de ellas crezco como persona.