sábado, 18 de diciembre de 2010


Se alimentaba del cáliz sin cesar, no paraba sin saber, que la copa si que tenía fín, el fin justo de la mano del pecador, esa misma que contra uno mismo se vuelve, devolviendole aquello por lo que más teme, la pérdida del ser querido, del ser deseado, del ser amado...
Vida y muerte, nacer y resucitar, todo se inspira a través de un "tú" convertido en nosotros, todo se esfuma en un "tú" convertido en vosotros, un adiós que no tiene vuelta atrás, una paciencia colmada por la pérdida de un tesoro efímero.
Nueva vida y nueva puerta, puerta que se abrirá a aquello a lo que más tememos, miedo a encontrar un nuevo ser querido, un nuevo ser deseado, un nuevo AMOR.

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