DAMERO, EL ALTAR DE MIS SENTIMIENTOS

Inquietud, inspiración y desengaño, ensoñación para algunos que nos desafiamos cada día con nuestro propio ente; intentamos agotar los colores de nuestra paleta buscando el lugar donde colocar nuestro altar.

Adoramos y elevamos nuestras musas hasta conseguir el éxtasis plástico y espiritual. Creamos un mundo en el cual fusionamos sentimiento y creación, realzamos la mirada atónita del espectador, expiramos el aire del suspiro de una inspiración, elevando nuestra alma hasta la punta de un pincel, de una gubia o el objetivo de una cámara, todo es poco para la sensibilidad ignorada e incomprendida a veces para el resto del mundo.

¿Son las manos las creadoras? ¿O es sin embargo esa esencia que al nacer te envuelve? ¿Es habilidad lo que se busca? ¿O es la fuente de sabiduría? Todo envuelve y desenvuelve, atando y desatando se llega a la experiencia, no se es sabio hasta bien crecida la barba, decía mi abuela, y que razón llevaba, pues el camino es largo, y bien debemos de cargarnos de todo aquello que se preste a ayudarnos a que dicha senda sea mas llevadera.

Frustración divina de mi madre, reina y creadora del damero donde hoy me manejo, diario en el que expreso mi más sentida conmoción, ¿es el arte un modo de vida? ¿O simplemente es vida?
Vida agotadora y placentera, lujuriosa y caprichosa, a veces te eleva, otras te estrella, pero nunca te abandona.

Todo empieza por un juego de niño, un lápiz de color, un trozo de papel, un pedazo de plastilina,… la emoción comienza a consolidar en tu mente la idea de un mundo expresado a través del pensamiento, sus vías, las manos, su camino, la experiencia, su morada, el alma.



Jorge Urbina Álvarez “URAL”